domingo, 18 de octubre de 2009

Abundancia: ¿Deseo o Necesidad?

Exceptuando una carencia afectiva identificada, que no es lo usual, quizá no hay nada que más afecte la emocionalidad de un ser humano, y por ende su visión de la vida, que el sentimiento de carencia económica. Esta afección se proyecta prácticamente a cualquier otro ámbito de su vida. Le afecta no solo emocionalmente a nivel del significado de sí mismo y su rol dentro de una realidad, sino que por ende afecta sensiblemente su autoestima y su creer en sí mismo como alguien con capacidad de manifestar abundancia económica.

Al sentirse la persona en una situación crítica y de apuro económico, buscará explicaciones para lo que no comprende: el porqué de su situación, y dentro de este proceso estará mentalmente abierto a muchas opciones diferentes. Este proceso de “crisis” es necesario para romper esquemas mentales y creencias limitantes. No resulta extraño ver bastantes casos de personas que hoy día son profundamente religiosas o místicas, en cualquier fe, y que para llegar a este estado de misticismo vivieron una epifanía en medio de la crisis, precisamente cuando más tocando fondo se sentían. Esto sucede así, porque solo confrontándose de frente contra el resultado de una creencia es que se comprueba si la creencia es falsa o no. Puesto que partimos del principio que el sentido de venir al mundo humano es redescubrir nuestra propia Divinidad, no tiene sentido asumir que una creencia que produce sufrimiento es verdadera, pues la Divinidad implica cero limitación, por lo tanto, esa creencia será falsa. Y como el proceso natural del ser humano es alejarse de lo que le produce sufrimiento, así estará mentalmente dispuesto a cambiar la creencia limitante.

Dentro de todas las posibles explicaciones a una situación de apuro económico que puede evaluar una persona, está la Ley de Atracción, que aunque es fundamentalmente cierta, ha sido presentada al público de una forma tal que genera confusión.

Basándome en mi propia experiencia, como lo mencioné anteriormente en otros artículos llamados “Co-Creación Sí, pero…” y “La Ley de Atracción y la Ley de Correspondencia”, siento que el tema no puede tomarse tan superficialmente, pues siempre hay un significado afectivo profundo que es el que manifiesta la realidad que se vive. Tomando un ejemplo expuesto en uno de estos artículos, una hipótesis lógica sería que una persona que tiene apuro económico, que muy posiblemente pasará buena parte de su tiempo pensado en dinero, por esta misma razón debería manifestarlo en corto tiempo, pero lo que observamos realmente es que lo manifestado no es su DESEO (el dinero), sino su NECESIDAD (confrontar su creencia de pobreza). Así, en la forma tridimensional, vemos como la persona “pobre” tiende a seguir así.

Esto significa que lo que le está diciendo al Universo no es “dinero” sino “soy pobre”, y eso es lo que manifiesta.

Y este ejemplo lo podemos aplicar a cualquier ámbito de la vida humana, donde sintamos que tenemos una carencia.

Pero, de la mano de la Ley de Correspondencia, esa manifestación es la perfecta para esa persona, es su necesidad, pues solamente a través de la experimentación de la creencia falsa (soy “pobre”) se verifica si esta es verdad o no. Como mencioné antes, la verificación es simple: Si la creencia produce sufrimiento, es falsa.

Evidentemente, una persona de bajos recursos económicos por lo general pasa sufrimientos relacionados con la escasez, a menos que realmente no le interese el dinero, caso en el cual no se siente pobre así no tenga, como se dice popularmente, “donde caerse muerta”. Esta persona habrá manifestado un estado de paz y armonía a través de la verificación de que la creencia de pobreza es falsa, o en otras palabras, simplemente sabe que la pobreza es una limitación mental.

Puedo mencionar aquí el caso de la Maestra Lilananda, alguien que prácticamente como únicas posesiones tiene un colchón y una maleta con su ropa, y sin embargo vive una vida plena y feliz, y aunque no parezca, no le falta nada de lo que necesita para vivir.

Esto me lleva a plantear una teoría que sé que me mete en terreno espinoso con algunas personas, especialmente aquellas que andan en busca de la abundancia económica:

“Todos nosotros, de hecho, ya somos abundantes”.

El quid de la cuestión está en lo que entendemos por “abundancia”. El general de la gente entiende este concepto como abundancia económica, pero en realidad abundancia es tener acceso a todo aquello que NECESITO.

Lo que sigue entonces, es entender qué es una NECESIDAD y qué es un DESEO. Para esto, me apoyaré en la definición que ofrece Gerardo Schmedling:

“Lo que tú quieres es un deseo, y lo que no quieres es una necesidad.”

En la vida solamente se manifiestan las necesidades, no los deseos.

Es cierto, en gran cantidad de casos durante nuestra vida nos llega lo que deseamos, pero es porque en realidad no era un deseo (del ego) sino que cumple una función necesaria, evolutivamente hablando. En otras palabras, es una necesidad (de la Consciencia). Simplemente, en ese particular aspecto hemos aprendido a fluir con la Ley Universal y por lo tanto nuestro deseo coincide con lo que nos corresponde (la necesidad), y por eso es manifiesto. El verdadero “Secreto”, por lo tanto, está en aprender a fluir con la Correspondencia.

Así las cosas, hay que diferenciar al deseo, que tiene como origen al ego que se ve limitado y que juzga y califica, de una necesidad, que tiene por origen la Consciencia o Ser Inmortal, que sabe que no es limitado y que no tiene el inconveniente de vivir en una realidad ilusoria definida por la dualidad bien-mal.

Esto explica también por qué nuestros deseos no son siempre satisfechos, y puedo asegurarles que por más que piensen en el elefante en la sala, como lo muestra la película, si no son correspondientes con esa realidad (o sea que no es una necesidad) podrán quemarse el cerebro pensando en el elefante y nunca lo manifestarán. Lograrán seguramente otro aprendizaje asociado a esa experiencia, pero no será la manifestación del deseo original.

Al comprender que toda experiencia en la vida nuestra corresponde a una necesidad evolutiva, es fácil concluir que en realidad nunca nos ha faltado nada de lo que necesitamos, aunque en buena parte de los casos esto no coincida con lo que deseamos. Ser conscientes de esta realidad es ser conscientes de que de hecho ya somos abundantes, pues todas nuestras necesidades estarán siempre cubiertas… aunque quizá no nuestros deseos.

Incluso cosas aparentemente obvias, como por ejemplo una medicina para tratar una enfermedad. Si no tenemos acceso a esta medicina (lo que consideraríamos una “necesidad”) es porque no corresponde mejorarnos o al menos no en este momento. En este específico ejemplo podemos ahondar un poco más y ver que quizá detrás de la dolencia existe, muy probablemente, una limitación afectiva (dolor interior) que se manifiesta en el cuerpo como una enfermedad. Tener acceso a la medicina impediría la oportunidad de experimentar la enfermedad, confrontarnos con la creencia que la produce, y trascender esa limitación, así que la vida simplemente no nos da el acceso en ese momento. Esto es tan solo un ejemplo, pero con cualquier otro podemos hilar así de delgado o incluso más.

Al final, tras todas estas suposiciones, creencias y conclusiones, llegaremos a que posiblemente falte lo básico que sostiene todo: el Amor Incondicional.

Esto, a su vez, conlleva a la pregunta, ¿y qué es el Amor Incondicional?

Al respecto, comenzaré por aclarar que no tiene nada que ver con lo que entendemos por “amor” a primera idea, es decir, el amor de pareja o por la familia, o por cualquier otro significado externo. Estos “amores” están bastante condicionados. El “amor de pareja”, por ejemplo, existe mientras: 1. Me seas fiel, 2. Hagas lo que espero de ti, 3. Me trates bien… etc. El “amor de familia”, el cual incluye a los hijos, está condicionado por un sentido de pertenencia asociado al lazo de sangre. Quieres más a tus hijos porque son “tus” hijos, que a los hijos de otras personas.

Entonces, ¿qué es el Amor Incondicional?

Siento que el Amor Incondicional se refiere al “dejar ser”. El Amor Incondicional es un sustento neutro, no tiene polaridad, y por la misma razón las contiene a todas. Es la fuerza que permite que todo “sea”. Visto así, el Amor Incondicional admite validez en cualquier experiencia, pues por su misma definición trasciende la dualidad bien-mal. Por lo tanto, cualquier experiencia humana está dentro del ámbito del Amor Incondicional, el cual permite que se dé esa experiencia, así al ego, que es quien debe vivirla, le parezca muy “mala” y le produzca sufrimiento, o muy “buena” y le produzca gozo.

Y este es precisamente el origen del drama humano. Al no vivir en la vibración del Amor Incondicional, nos bajamos a una dimensión inferior en la cual dejamos de ser observadores imparciales para volvernos protagonistas polarizados. Dentro de un rol polarizado siempre habrá un antagónico al cual el rol juzga como su enemigo (aquel que produce dolor). Este enemigo es la causa de todo el sufrimiento del rol.

En la práctica, nuestro enemigo está representado en todo aquello a lo que tenemos miedo. Al haber miedo no hay aceptación, al no haber aceptación hay rechazo, al haber rechazo se deja de fluir con la Correspondencia, y al no fluir con esta ley, hay sufrimiento.

Volviendo al punto del miedo a la escasez económica, pregúntate cuál carencia afectiva (dolor) estás buscando llenar con la aparente seguridad que te daría el dinero, pues esa es, en realidad, la que necesitas trabajar para manifestar una realidad armónica, ese es tu enemigo (tu dolor), y aunque no lo veas de inmediato, la realidad que manifiestas busca mostrártelo e insistirá en esto hasta que lo identifiques.

El miedo no existe por sí mismo. El miedo es solamente la ausencia de Amor Incondicional. ¿A qué le tienes miedo? Ese es quizá el mejor indicador que la vida tiene para ofrecerte, pues apunta directo a tu limitación.

Aquello que temes (o sea lo que no quieres porque te muestra tu dolor) indica tu necesidad de trascendencia, por lo tanto, el miedo indica la proximidad del cambio, pues solo a través de un cambio de visión acerca de nosotros mismos es que se trasciende el origen del dolor. Pero cuidado, ¡no te quedes en la forma! Si le tienes miedo a la escasez, no es a la forma (la falta de dinero) a lo que temes, sino a su significado. En el significado está el dolor evidenciado. Siempre hay que ahondar un poco más allá de lo obvio, y entre más se profundice, mejor.

Para que el concepto quede claro, voy a poner un ejemplo:

Este es el típico empleado de una empresa, que lleva una vida, si bien no llena de lujos y extravagancia, sí digamos que es una vida acomodada. Gana más o menos bien, puede darse alguno que otro lujo, y aunque está pagando por ellas, tiene cubiertas sus necesidades de vivienda, transporte, educación de sus hijos, etc. A este personaje le llamaremos Pedro.

Resulta que un día, el jefe de Pedro, Esteban, tenía dolor de estómago y llegó algo tarde a la oficina haciendo cara de puño. Pedro, que obviamente había llegado a tiempo a la oficina porque no quería dar la impresión de ser irresponsable (aunque en ocasiones no tuviera ganas de ir a la oficina), tenía pendiente un tema que resolver con Esteban así que fue a donde él a hablarle. Esteban le contestó de manera algo seca, con monosílabos, y con una expresión hosca, pero no se sintió con la confianza como para comentarle a Pedro acerca de su dolor de estómago.

Pedro, gran observador, notó de inmediato el lenguaje gestual de su jefe y lo primero que sembró su mente fue “está molesto conmigo”. Pedro creyó que esto era así y, elaborando la idea que su mente le sembró, entró en angustia.

Bien, hasta aquí va el ejemplo. Sabemos que Pedro entró en angustia, es decir, que entró en contacto con el miedo.

Lo que es claro (lo obvio), sería afirmar que Pedro le tiene miedo a la desaprobación. ¿Desaprobación de quién? En este caso de su jefe, aunque en realidad es a la desaprobación de cualquier persona a quien Pedro le haya entregado poder sobre él mismo. Pero hay que profundizar más, pues el miedo “a la desaprobación” no existe sin un significado más profundo.

¿Qué podría significar para Pedro ser desaprobado por su jefe? Veamos algunas posibilidades:

1. Le están diciendo “tú no sirves”
2. Le están amenazando su ingreso económico
3. Le están invalidando su criterio
4. Etc.

Cualquiera de las anteriores nos llevaría por un camino hacia un significado diferente, pero para explicar el ejemplo, digamos que lo que afecta a Pedro es la amenaza a su ingreso económico. Así las cosas, ¿qué significa para Pedro una amenaza a su ingreso? Veamos algunas posibilidades:

1. No poder sostener a su familia como él cree que debería hacerlo
2. Tener que disminuir su estándar de vida
3. Tener que tocar sus ahorros
4. Etc.

Nuevamente, cualquiera de estas posibilidades conlleva un significado diferente y por ende un camino diferente. Digamos que a Pedro lo que le afecta es la posibilidad de tener que disminuir su estándar de vida. Esto a su vez podría tener varios significados, veamos estos, entre otros:

1. Tener que vender la casa y pasarse a un apartamento modesto
2. Aparecer como un fracasado ante sus suegros y amistades
3. Quedar frente a su esposa e hijos como un proveedor incapaz
4. Etc.

Y nuevamente, cualquiera de estos lleva a un significado diferente. Y para efectos del ejemplo, asumamos que a Pedro lo que lo afecta es quedar frente a su esposa e hijos como un proveedor incapaz. ¿Qué podría significar esto para Pedro? Por ejemplo:

1. La molestia por la cantaleta de su esposa
2. Que además de la luz y el agua, le corten los “servicios conyugales”
3. La posibilidad de que su esposa lo deje y se lleve a sus hijos
4. Etc.

Si asumimos que de lo anterior lo que inquieta a Pedro es que su esposa lo deje y se vaya con sus hijos, y para detener el ejemplo aquí y aunque habría también muchos significados, concluyamos con que Pedro le teme a la pérdida de su esposa e hijos porque tiene temor a la soledad.

Podríamos seguir analizando más allá el porqué del temor a la soledad de Pedro, pero paremos aquí por ahora.

Tras todo este desarrollo, podemos concluir ahora que a Pedro le afecta la desaprobación de su jefe porque tiene temor a la soledad.

Aparentemente no tendría nada que ver lo uno con lo otro, pero acabamos de ver que sí puede ser. Entonces, la realidad manifiesta en la experiencia de Pedro, o sea su creencia de que el jefe lo está desaprobando, en realidad lo está confrontando con su creencia más profunda que es el creer que no puede vivir solo. La experimentación de la realidad manifiesta, a nivel mental, es interpretativa, la interpretación que hizo la mente de Pedro fue la de “está molesto conmigo” (desaprobación), pero sabemos que muy probablemente no existía tal desaprobación sino más probablemente lombrices en el intestino de Esteban. Sin embargo, para Pedro la experiencia vivida fue otra, y esta lo confrontó con su dolor, con su “enemigo” interior. Esa era su NECESIDAD.

Esta metodología la podemos extrapolar fácilmente a nuestra propia experiencia. ¿Quién de nosotros no se ha visto alguna vez en una situación de miedo a la que no le encuentra explicación? Pues siempre la hay, solo hay que ser honestos con nosotros mismos y mirar en nuestro corazón.

Tenemos en nuestra vida todo lo que necesitamos, así no nos guste a veces. Pero hay que mirar la vacuna, no la inyección. Esa es la verdadera abundancia, aquella en que no nos falta nada. ¿Nada de qué? Nada de lo NECESARIO. El resto, son solo deseos.

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